Siendo médico se ven muchas cosas. Y se escuchan otras tantas. Por estos días, tengo todavía fresca en mi retina, la imagen de una niña respirando gracias a una apretada mascarilla -difícilmente tolerable para cualquier ser humano- pero que para ella era su única posibilidad de recibir el oxígeno, que otros “damos por sentado”. Verla unos meses después, recién trasplantada de pulmón, andando en bicicleta por los pasillos de la UCI; saber que su pulmón nuevo, fue “rescatado“ por la técnica “ex vivo”, en un centro de trasplante de nuestro país. Escuchar este relato, de un apasionado cirujano de trasplante, dando la pelea para implementar esta técnica para todos los pacientes que se puedan beneficiar de ella.
De esto se trata la donación de órganos. No hablamos de muerte. No se trata de leyes. No debiese ser un tema tabú. O una conversación difícil.
Otra cara de la moneda. Este mes celebramos el Día del Donante de Órganos, que conmemora la primera donante pediátrica de Chile. Se llamaba Pamela Toledo, y tenía 12 cuando falleció hace 24 años. Había manifestado en vida querer ser donante, y su madre lo respetó. El último domingo de este mes, se congrega a todos los familiares de donantes de órganos, a sembrar un árbol nativo en el “Bosque de los Donantes”, ubicado en el Cerro Blanco de Recoleta. En este lugar, he visto escenas de profunda emoción; de recogimiento; y también de celebración, por las personas que ya partieron, pero que siguen presentes, de tantas e infinitas maneras.
Unos parten-generalmente de manera inesperada. Son donantes por el sólo hecho de ser chilenos (bajo nuestra ley de Donante Universal); algunos incluso lo dijeron mientras vivían. Sus familias, en medio de la pérdida, permiten ese “regalo”. Los equipos sanitarios se preocupan de que todo esto sea posible. Las Unidades de Procuramiento, echan a andar protocolos, seguimientos, coordinaciones de distinto tipo. Finalmente- lejos o cerca de allí- una niña confía en que la dormirán, le quitarán su apretada mascarilla, y despertará con un nuevo pulmón. Días después, monta feliz su bicicleta. Meses más tarde, otra familia, en el Cerro Blanco, planta un árbol.
La vida continúa.
Desde el Colegio Médico, iniciaremos una campaña en que los médicos seamos todos Donantes. ¿Donantes de órganos? ¡Por supuesto que sí! Pero también donantes de nuestro tiempo, nuestro conocimiento; de espacios en reuniones académicas y docentes; de gestionar los recursos necesarios para que en nuestros establecimientos de salud, la donación y los trasplantes, mejoren sustantivamente; donantes que brinden apoyo a unidades de procuramiento, para superar las barreras que aún enfrentan diariamente. Donantes de aportes para la gestión, y la educación dentro de hospitales y clínicas, consultorios y universidades, de manera de CREAR CULTURA DE DONACIÓN, PARTIENDO POR LA SALUD.
Los invito a hacerlo, en este mes de septiembre: el mes de la donación.