Tener un diagnóstico detallado sobre el estado de la salud mental de las y los trabajadores de la salud durante la pandemia fue la inquietud que impulsó al Dr. Jorge Ramírez y Dr. Rubén Alvarado, académicos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, a realizar el estudio «La experiencia de trabajo de cuidados de los trabajadores de la salud en Chile durante la pandemia COVID-19 y su impacto en la salud mental».
La investigación nació a raíz de una iniciativa internacional realizada durante los primeros meses de la emergencia sanitaria, en abril de 2020, en que se aplicó una encuesta en varios países respecto de la salud mental de los equipos de salud. Tomando eso como base, ambos médicos y docentes quisieron profundizar en este escenario con metodologías cualitativas y obtuvieron el apoyo de los Fondos Concursables 2021 del Colegio Médico de Santiago.
«Nosotros postulamos al concurso, que nos sirvió para financiar principalmente el terreno, es decir, poder realizar las entrevistas y la transcripciones», explica el Dr. Ramírez.
El estudio contempló la realización de 35 entrevistas a distintos trabajadores y trabajadoras en diferentes recintos de salud en Chile, a quienes se les preguntó tanto por la organización de los cuidados a nivel doméstico como en sus espacios de trabajo, y cómo veían que los cambios de la pandemia habían impactado en su salud mental.
Dentro de las conclusiones, la primera arrojó importantes diferencias por género: «En casi todos los entrevistados y entrevistadas había conciencia de la diferencia que había tenido el impacto de la pandemia en hombres y mujeres. Eso es algo que concluye el estudio, que hay una sobrecarga desproporcionada de mayor trabajo doméstico después de los impactos de la pandemia hacia las mujeres, y eso es una cosa que hay evidencia internacional, no solo en la pandemia. Pero lo importante del estudio es que frente a esta desigualdad estructural, cuando hay una exposición a un estresor tan grande como tuvo el periodo de la pandemia, tanto a nivel de los cuidados domésticos como la organización en el propio puesto de trabajo, las mujeres tienen una sobrecarga desproporcionada«, detalla el Dr. Ramírez.
En segundo lugar, el estudio determinó que las y los trabajadores de la salud aplican estrategias de autocuidado que son variadas, como también lo es la valoración que ellos le dan a estas. «Nos dimos cuenta de que en algunos casos las reconocían, nos comentaban que ‘yo durante esa época me metí a hacer ejercicio’, pero otros las relataban de una manera en que no lo asociaban necesariamente con el alto cuidado de la salud mental«, explica.
Tercero, el Dr. Ramírez indica que, como otro factor que incidió en la salud mental, surgieron las experiencias traumáticas pasadas: «En personas mayores apareció el tema de los toque de queda y la experiencia de la vida en dictadura, y en personas un poco más jóvenes también estaba muy fresco el recuerdo de la convulsión de las semanas del estallido social de 2019. Y eso se valoró de cierta manera, no como algo positivo, pero sí como una diferencia, el haber tenido experiencias previas de exposición a eventos que pudieran ser traumáticos. Eso también está descrito en la literatura: cuando una persona ha tenido exposiciones previas pudiese eventualmente enfrentar de mejor manera un evento que pudiera tener características traumáticas«.
Luego, en cuarto lugar surge la importancia de las redes de apoyo ante este escenario. «Algo muy evidente que aparecen son los lazos familiares como algo súper relevante para sobrellevar las problemáticas asociadas a la pandemia. Pero una cosa que fue sorprendente, que nosotros investigamos harto, es que preguntamos mucho por las ayudas que pudieran haber recibido las y los trabajadores de parte de los empleadores y que ellos valoraran positivamente, y algo que surgió con mucha fuerza es que el apoyo entre pares de manera más bien espontánea es lo que más valoraban. La conversación después del turno, el juntarse antes de salir atender, tener reuniones semanales para hablar de temas más diversos, pero que finalmente terminaban como en una especie de catarsis, fueron altamente valoradas por los trabajadores. Más que la presencia o el acceso a un psicólogo o a ejercicios que puedan ser provistos por el empleador, aparece con fuerza el apoyo entre pares».
Finalmente, en quinto lugar se abordaron los apoyos institucionales para las y los trabajadores: «En este punto se repite esta idea, por ejemplo, de que dar acceso a atención psicológica es necesario, pero que eso apunta más bien a personas que reconocen que tienen un problema, y eso es solo un porcentaje. Mucha gente no reconoce el problema, a pesar de que en las encuestas que nosotros habíamos hecho previamente nos aparecía el puntaje súper alto de esto, estandarizado, pero la persona nos decía no necesitar ayuda, que estaba bien. Entonces para eso se requieren otras estrategias y ahí algunas de las cosas que surgían por parte de los propios trabajadores eran dos: una, que ojalá fueran personas fuera del ámbito de trabajo, porque era muy incómodo ir al psicólogo con personas del propio centro. Y también que fuera incluido dentro del horario laboral, porque para muchos era una sobrecarga tener que ir a una reunión grupal o tener que ir con el psicólogo en su tiempo libre».
El Dr. Ramírez explica que el estudio será publicado próximamente; que, además, se expondrá en conversatorios con gremios de trabajadores; y destaca el apoyo de los Fondos Concursables en su realización: «Creo que es importante el esfuerzo que hace el Colegio por subvencionar temas que afectan además a los colegiados, en este caso».
«Nosotros hacemos este estudio porque nos parece que es relevante desde la perspectiva de la salud pública, la salud mental de los trabajadores de la salud impacta en la atención de la población general, causa ausentismo laboral, malos tratos, etc. Pero, además, es un tema gremial y en este esfuerzo han participado distintas universidades y distintas instituciones, ha sido más bien colaborativo y eso es relevante», cierra.
