La huelga legal de trabajadores de la Clínica Dávila ya cumplió más de 30 días, con un alto costo para los involucrados, en especial para los pacientes que han visto sus atenciones postergadas debiendo buscar alternativas en otros centros asistenciales a costa de su preocupación y dinero.

Este conflicto constituye una oportunidad para observar las nuevas relaciones laborales que experimentan los médicos en las grandes instituciones de salud privadas de Santiago y del país.

Son muchos los médicos que no reciben un salario, no gozan de derechos laborales en plenitud, no tienen vacaciones, ni seguridad social garantizada. En esas condiciones, no solo les cuesta sindicalizarse sino que incluso les resulta difícil reconocerse como trabajadores.

Tenemos, entonces, a un grupo clave de profesionales, sin los cuales la gran mayoría de las prestaciones que ofrecen las empresas privadas de Salud no existirían, que experimentan una alta precarización laboral, la que muchas veces queda disfrazada porque se trata de profesionales que perciben eventualmente mayores ingresos.

¿Y en qué consiste el vínculo laboral de esos profesionales con los centros médicos? En términos simplificados, la institución cobra a la Isapre, a Fonasa y al paciente la atención médica brindada, se queda con un porcentaje de lo recaudado a modo de “arriendo” (porque el médico ocupó sus dependencias y servicios de administración) y emite un cheque contra boleta por el conjunto de actos médicos (consultas, atención a hospitalizados) realizados ese mes.

Muchas veces, el médico no es consciente de esta situación y cree que su relación laboral es más estable de lo que realmente es. Es justamente cuando se producen negociaciones colectivas tensas que terminan afectando el funcionamiento de los recintos médicos, cuando a muchos colegas se les hace evidente que carecen de opinión, de derechos y de organización.

Sucede en decenas de clínicas y centros médicos del país, donde la expansión acelerada del sector privado de Salud ha ido acompañada de una desprotección laboral abrumadora.

En una sociedad tan fragmentada como la chilena, suele decirse que este es un mero problema laboral entre privados. Sin embargo, cuando la precarización laboral se toma el campo de la Salud, esta respuesta no es suficiente, pues este fenómeno ya no solo afecta los derechos de los trabajadores, sino también de los pacientes. Relaciones laborales frágiles tienen alto riesgo de traducirse en relaciones médico-pacientes frágiles, donde la continuidad de la atención no está asegurada, donde la responsabilidad profesional y el compromiso ético se encuentran bajo amenaza. Y eso ya no es solo un problema entre privados, o “de algunos médicos”, sino uno del conjunto de la sociedad chilena y en donde la autoridad sanitaria, el Ministerio de Salud, debe involucrarse.

Dra. Natalia Henríquez

Presidenta Consejo Regional SantiagoColegio Médico de Chile