Dra. María Paz Acuña, Tesorera Colegio Médico Santiago
En el marco de la discusión de la Ley de Fármacos II hemos presenciado una fuerte ofensiva de la industria farmacéutica buscando obstaculizar ciertos aspectos del proyecto, en particular aquel que busca regular la visita médica. Resulta grave observar que la Cámara de Innovación Farmacéutica (CIF) ha financiado insertos en medios de prensa pretendiendo representar la visión de la profesión médica sobre esta materia, desde una perspectiva que resguarda sus intereses comerciales, totalmente alejados de la ética y el profesionalismo médico.
Resulta relevante recordar que en Chile, el gasto de bolsillo en medicamentos representa un 38% del gasto total de salud y está muy por sobre el promedio de los países de la OCDE. Una de las causas de este elevado gasto es la prescripción de medicamentos de marca por sobre medicamentos genéricos bioequivalentes.
El marketing de la industria farmacéutica dirigido a los médicos ha demostrado modificar nuestras conductas de prescripción en desmedro de nuestros pacientes, favoreciendo la prescripción de medicamentos de mayor costo, muchas veces sin suficiente evidencia científica que lo respalde – o con evidencia financiada por la misma industria farmacéutica interesada en vender ese medicamento- y que a menudo no representan una real innovación. De todas las formas de marketing dirigida a los médicos, una de las más difundidas es la visita médica.
Frecuentemente, la visita médica no es reconocida como un problema por parte de los colegas, existiendo cierta percepción de “invulnerabilidad”. Un estudio en residentes de medicina mostró que un 61% reportaba que estos encuentros no influyen en su propia práctica, aunque sólo un 16% creía lo mismo respecto de sus colegas. A pesar de que comúnmente escuchamos frases como “que me paguen un café o me regalen un lápiz no hace que indique sus medicamentos”, existe amplia evidencia internacional que refuta esta afirmación y que demuestra que recibir visitas, material promocional y regalos (incluso aquellos de bajo costo), se traduce en aumento de la prescripción de los medicamentos promocionados por la industria.
Estos incentivos de la industria farmacéutica no sólo afectan a nivel de prescripción individual. Otra grave implicancia de estos conflictos de interés es a nivel de los tomadores de decisión. Una proporción significativa de quienes elaboran guías clínicas, definen la cobertura de ciertos medicamentos o la incorporación de éstos en el arsenal de hospitales, tienen vínculo financiero con la industria farmacéutica. Esta confusa relación con la industria es, con justa razón, mirada con malos ojos por la ciudadanía quienes confían cada vez menos en las indicaciones que reciben de sus médicos.
Como gremio tenemos una responsabilidad con el profesionalismo médico. Debemos promover que las prescripciones tengan real indicación, sustentada en evidencia de alta calidad y libre de conflictos de interés, al menor costo posible para el paciente. En consecuencia, la invitación es a evitar la exposición a la visita médica y apoyar iniciativas orientadas a su regulación como la Ley de Fármacos 2 actualmente en discusión en el parlamento.
