Hace unos días comenzó a circular -en condominios de la región Metropolitana- un informe indicando ciertas restricciones para el uso de espacios comunes y ascensores a los trabajadores de la salud y en particular a los médicos y médicas, aludiendo que podemos ser fuente de contagio del virus COVID-19.
Ante esto, quiero invitar a todos quienes no son personal de salud a reflexionar cómo actuarían si lo fueran.
Ustedes eligieron trabajar en salud (algunos no tuvieron opción), con el tiempo se van acostumbrando a manejar diariamente a personas con distintas enfermedades infecciosas, algunas tendrán cura y otras no (como la tuberculosis o el hanta), aprenden a utilizar las medidas de protección, que por lo demás, siempre escasean en el Sistema Público, y a lavarse las manos antes y después de cada paciente. Cuando termina el día, ustedes saben que pueden haber estado en riesgo de contraer una enfermedad pero, a medida que pasa el tiempo lo naturalizan. Una parte de ustedes lo acepta como parte del trabajo. Pero sucede algo inesperado, surge un nuevo germen, un virus, que se disemina fácilmente y con una alta letalidad. Tienen miedo. Saben que las medidas estándares de protección pueden no ser suficientes y contagiarse, enfermar, y enfermar a sus seres queridos, a su familia, sus amigos. Entonces deciden extremar las medidas para evitar contraer el virus, y como su centro de salud no les entrega los cuidados necesarios deciden hacer sus propias máscaras faciales, sus propias mascarillas, deciden que van a usar ropa exclusiva para transitar en el hospital (o en donde cada uno trabaje) y una diferente para andar en la calle, van a ser más cuidadosos que nunca con el lavado de manos porque no quieren que la enfermedad los siga a casa. Esto podría ser lo que cada uno de ustedes pensaría si fueran personal de salud… si estuvieran en nuestros zapatos.
Los trabajadores de la salud también tenemos miedo. Tenemos miedo de enfermar, pero sabemos que en la catástrofe sanitaria que enfrentamos a nivel mundial, somos más necesarios que nunca, por eso nos cuidamos para evitar contagiarnos y contagiar a quienes amamos y a nuestro entorno.
La próxima vez que piense en estigmatizar a un trabajador de la salud por verlo como una fuente de contagio, sepa que esa persona tiene miedo igual que usted, incluso más, porque está más consciente de lo que provoca. Esa persona al igual que usted, no quiere enfermar, pero durante su jornada de trabajo ha hecho todo lo posible para cuidar y salvar a otros.
Es desde esta convicción que, es necesario cuidarnos entre todos; y como Colegio Médico Santiago junto a otros Colegios Profesionales y Asociaciones de Funcionarios de la Salud, hemos solicitado reiteradamente a la autoridad ministerial transparente la cantidad de elementos de protección personal que existen en cada establecimiento, pues el racionamiento que se vive actualmente genera inseguridad en la gran mayoría del personal sanitario tal como lo muestra la encuesta realizada por el Colegio Médico en que un 85,72% indicó que faltaba alguno de los “implementos de protección personal” (mascarillas, guantes, visores, percheras).
Confiamos, que estas conductas discriminatorias cambien hacia la empatía y solidaridad con el personal de salud, porque en esto #entretodosnoscuidamos. Sin embargo también le damos la tranquilidad a los y las médicas de santiago que de persistir estas conductas tomaremos las acciones legales necesarias para revertirlas.
Mucha fuerza para todos y todas, en especial a mis colegas médicos y médicas, porque juntos venceremos esta pandemia.
Natalia Henríquez Carreño
Presidenta Colegio Médico Santiago
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor(a), y no refleja necesariamente acuerdos tomados por la Mesa Directiva o el Consejo Regional, ni postura oficial del Colegio Médico de Santiago.